Traumatología veterinaria en animales exóticos: reptiles y aves

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La traumatología veterinaria es la especialidad que estudia las lesiones y traumas del aparato locomotor en los animales. Se encarga de diagnosticar, tratar y prevenir fracturas, luxaciones y otros daños en huesos, músculos y articulaciones. Aunque es más conocida en perros y gatos, también abarca especies exóticas. En reptiles y aves estos casos exigen conocimientos especializados debido a sus particularidades anatómicas. Las lesiones suelen deberse a accidentes (caídas, mordeduras o golpes), enfermedades congénitas o condiciones nutricionales.

Lesiones comunes en reptiles

Los reptiles pueden sufrir varios tipos de traumatismos, entre los cuales destacan:

  • Fracturas óseas: Los huesos largos de lagartos, serpientes y cocodrilos pueden romperse tras caídas o aplastamientos. Estas fracturas a menudo se asocian a problemas nutricionales (déficit de calcio) que debilitan el esqueleto. Para inmovilizar la pata afectada es común usar férulas externas simples. Por ejemplo, a veces se pega la extremidad al cuerpo (o la pata trasera a la cola) con cinta adhesiva para proteger la fractura. En otros casos, se emplean placas metálicas o tornillos quirúrgicos de fijación, igual que en otros animales.
  • Fracturas de caparazón y plastrón (tortugas): Las tortugas y galápagos pueden romper su caparazón al caer o ser pisados. Estas lesiones se manejan limpiando y desbridando la herida con cuidado, aplicando vendajes (técnica húmedo-seco) y, una vez estable, alineando bajo anestesia las piezas fracturadas. Con frecuencia se utilizan cerclajes de alambre o resinas epoxi especiales para sostener el caparazón mientras sana. La recuperación es muy lenta (varios meses) debido al crecimiento gradual del tejido óseo.
  • Quemaduras: Muchos reptiles sufren quemaduras por fuentes de calor mal protegidas (lámparas incandescentes). Estos casos se tratan limpiando la zona afectada, aplicando pomadas antibióticas y manteniendo al reptil en un ambiente limpio y seco. En quemaduras graves se administran líquidos por vía subcutánea o intravenosa para evitar deshidratación y se suministran antibióticos por vía sistémica. Es fundamental controlar el dolor y prevenir infecciones mientras la piel se regenera.
  • Heridas y abscesos: Los reptiles que atacan o son atacados por otros pueden presentar mordeduras profundas. Por ejemplo, alimentar con presas vivas puede causar heridas que luego se infectan. Estas lesiones se limpian cuidadosamente y a menudo requieren antibióticos. Si se forma un absceso (inflamación dolorosa), el veterinario lo drenará o extirpará quirúrgicamente para evitar complicaciones.
  • Lesiones de cola y columna: Golpes en la cola (por ejemplo, iguanas que la azotan contra el terrario) pueden necrosar tejidos y originar infecciones severas. En estos casos suele ser necesario amputar la cola afectada antes de que la infección se extienda. Fracturas vertebrales cerca de la cloaca pueden impedir la eliminación normal de desechos, por lo que, además de tratar la fractura, se ajusta la dieta y se facilitan los cuidados higiénicos para que el reptil sobreviva.

Lesiones comunes en aves

Las aves de compañía o de aviario pueden lesionarse de varias maneras:

  • Colisiones y caídas: Las aves que vuelan libremente en casa pueden chocar contra ventanas, paredes o ventiladores, provocando contusiones o fracturas. Una caída desde lo alto de la jaula (al hombro o a una mesa) también puede romper huesos. Son frecuentes las fracturas de alas y patas por este tipo de accidentes.
  • Ataques de depredadores: Gatos, perros u otras aves más grandes pueden morder a un ave, causando heridas punzantes o laceraciones. Estas mordeduras suelen infectar rápidamente, por lo que requieren atención inmediata: limpieza de la herida, desbridamiento y tratamiento antibiótico.
  • Luxaciones y amputaciones: Las articulaciones (por ejemplo, la muñeca del ala) pueden dislocarse al chocar o ser mal sujetas. Las luxaciones de rótula (en aves terrestres) o caderas (en grandes psitácidas) ocurren también en animales grandes. En casos severos, un ave aplastada por una puerta o algún objeto muy pesado puede sufrir amputaciones parciales de dedos o alas.
  • Heridas por jaulas y juguetes: Es común que un dedo o pie de un ave quede atrapado en anillas, columpios o entre barrotes, produciendo laceraciones o aplastamientos. Es importante revisar los accesorios del ave y retirar anillos de identificación viejos para evitar estrangulación.

En general, cualquier trauma que provoque sangrado, incapacidad para volar o parálisis es una señal de alarma. Las aves tienden a ocultar su dolor, por lo que cambios en el comportamiento —cojera, incapacidad para posarse o letargo— indican que algo grave ha ocurrido. Ante una emergencia, lo primero es estabilizar la supervivencia del ave antes que curar la herida.

Diagnóstico de las lesiones

Ante un trauma en un animal exótico, el veterinario sigue varios pasos para diagnosticar correctamente:

  • Estabilización inicial: Antes de explorar a fondo al animal, se estabilizan sus signos vitales. En aves es común colocarlas en una incubadora con calor y oxígeno para elevar la temperatura corporal y asegurar la respiración. Se verifica la respiración (incluso con incubadora oxigenada), la circulación y el nivel de conciencia. Si el reptil está en shock, también se le aporta calor (piel bajo lámpara o manta térmica) y líquidos por vía subcutánea o intravenosa. Este apoyo inicial es fundamental y suele involucrar al veterinario cardiorrespiratorio, especializado en funciones del corazón y pulmones.
  • Examen físico completo: Una vez estabilizado, el animal es sometido a una exploración cuidadosa. El médico palpa los huesos y articulaciones buscando deformidades, hinchazón o dolor localizado. En reptiles, verifica además el caparazón y la cola; en aves revisa las alas plegadas y los dedos. En heridas visibles se evalúa profundidad y contaminación. Este examen también detecta signos secundarios, como dificultad respiratoria (aleteo de cola, respiración con pico abierto en aves) o irritabilidad que sugiere dolor interno.
  • Pruebas de imagen: La radiografía es la herramienta principal para confirmar fracturas o luxaciones. Con placas laterales y dorsoventrales se visualizan huesos, articulaciones y, en las aves, cavidades torácicas básicas. En reptiles puede ser necesario tomar varias radiografías secuenciales (por ejemplo, en serpientes largas). En casos complejos también se emplea ecografía, endoscopia o tomografía axial para evaluar órganos internos o fracturas ocultas.
  • Análisis de laboratorio: En reptiles con fracturas repetidas o deformidades óseas, se miden niveles sanguíneos de calcio, fósforo y vitamina D, pues la enfermedad ósea metabólica (por deficiencias nutricionales) es frecuente y debilita los huesos. También se realiza hemograma y bioquímica para valorar el estado general y detectar infecciones (a partir de hemocultivo en abscesos) o trastornos internos. En resumen, se busca no solo tratar la lesión física sino corregir cualquier problema subyacente (por ejemplo, ajustando la dieta con suplementos de calcio).

Tratamientos

El abordaje terapéutico combina inmovilización, cirugía, medicamentos y cuidados de soporte:

  • Inmovilización con vendajes o férulas: Para fracturas sin desplazamiento severo se usan vendajes conservadores. En aves pequeñas se aplica con frecuencia un vendaje en “8”: se envuelve suavemente el ala lesionada al cuerpo, manteniendo el ala extendida contra el pecho. De esta forma se evita que el ave abra el ala mientras sana. Para fracturas de patas se emplea el vendaje tipo Robert-Jones o férulas de coaptación, que sujetan el miembro sin apretar demasiado. En reptiles pequeños puede bastar pegar la pata al cuerpo con cinta como férula externa. Estos vendajes se cambian regularmente para vigilar la herida y ajustar la compresión.
  • Cirugía y fijación interna: Si la fractura es desplazada o inestable, el veterinario realiza cirugía ortopédica. Se usan alambres (“bridas”), tornillos, placas metálicas o incluso cemento óseo para mantener unidos los fragmentos. Por ejemplo, en tortugas se alinean las fracturas del caparazón bajo anestesia y se estabilizan con alambres y resinas epoxi o cementos especiales. En aves grandes es posible colocar clavos o pasadores en el hueso. Después de la operación, la zona se cubre con vendajes protectores y se recupera en un ambiente tranquilo.
  • Medicamentos: Se administran analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor (salvo en reptiles muy sensibles, donde se eligen fármacos seguros a sus metabolizaciones). También se recetan antibióticos si hubo herida abierta o contaminación. En urgencias se suministran fluidos (por vía subcutánea o intraósea en aves) y suplementos calientes para mantener la hidratación y temperatura corporal. Siempre se valora la nutrición: en reptiles con problemas de calcio, se incorporan suplementos de calcio y vitamina D en la dieta o mediante inyecciones.
  • Cuidados de soporte: El veterinario cardiorrespiratorio suele supervisar la recuperación inicial. En las primeras horas (o días) el animal permanece en un entorno controlado: las aves en incubadora con monitoreo de oxígeno y temperatura; los reptiles en terrario con calefacción adecuada. Se reduce la actividad para evitar que el animal dañe de nuevo la lesión. A veces se requiere fisioterapia suave o rehabilitación luego de la curación (por ejemplo, ejercicios de aleteo asistido en aves) para recuperar la función completa.
  • Tiempos de curación: Hay que tener paciencia. Por ejemplo, una fractura típica de pájaro puede tardar varias semanas en soldarse, mientras que las fracturas de caparazón en tortugas pueden tardar muchos meses. Durante ese periodo, el dueño debe seguir las indicaciones del veterinario al pie de la letra: administrar medicación, mantener al animal en reposo y acudir a controles periódicos para evaluar la curación con nuevas radiografías o pruebas.

El papel del veterinario cardiorrespiratorio

El veterinario cardiorrespiratorio es el especialista en enfermedades del corazón y los pulmones. Aunque esta figura suele asociarse a perros y gatos, en casos de traumatismos en exóticos su función es clave.

Cuando un reptil o ave se lesiona gravemente, puede sufrir shock, ahogamiento o hemorragias internas que afectan al sistema respiratorio y circulatorio. El cardiorrespiratorio aporta los conocimientos y técnicas para estabilizar al paciente. Por ejemplo, en aves traumatizadas, lo primero es asegurar la oxigenación; se coloca al ave en una incubadora con oxígeno, se calienta y se monitorea la respiración (movimiento de la cola, respiración con pico abierto). En reptiles, este especialista puede administrar fluidos intravenosos, manejar la ventilación mecánica si fuera necesario, y ajustar el ritmo cardíaco y la presión arterial del animal en crisis.

Además, durante la anestesia para cirugías ortopédicas es fundamental un control cardiorrespiratorio riguroso. Estos animales exóticos suelen ser sensibles al anestésico y sus parámetros vitales pueden variar bruscamente. El cardiorrespiratorio vigila el electrocardiograma, la oxigenación y las vías respiratorias, ajustando el soporte según convenga. En resumen, su rol es mantener vivos al corazón y los pulmones del paciente mientras se repara la lesión traumática. En palabras de un manual, “un veterinario cardiorrespiratorio está especializado en este tipo de patologías y puede indicar el tratamiento más adecuado”.

Conclusión

La traumatología veterinaria en reptiles y aves aborda lesiones complejas adaptándose a la biología de cada especie. Las fracturas óseas, luxaciones, quemaduras y heridas son frecuentes y requieren un diagnóstico rápido (radiografías, análisis) y un tratamiento que combine vendajes o cirugía con cuidados intensivos. En todo este proceso, el trabajo conjunto entre el traumatólogo veterinario y el cardiorrespiratorio es esencial: uno repara huesos y articulaciones, y el otro mantiene al animal estable en términos de respiración y circulación. Gracias a estos especialistas y a los avances en medicina exótica, muchos de estos animales tienen una buena recuperación.

En caso de sospecha de lesión (al observar cojeo, alas caídas, hinchazón o cualquier signo de dolor), es clave llevar al animal con un veterinario con experiencia en exóticos. Con una actuación oportuna, se evita que un simple accidente tenga consecuencias permanentes, asegurando que reptiles y aves puedan recuperarse lo mejor posible de sus traumas.

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