Errores comunes que cometen los dueños primerizos con cachorros

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Tener un cachorro en casa es una de las experiencias más emocionantes y tiernas que existen. Sin embargo, junto con toda esa alegría llegan también muchas dudas, miedos y, por supuesto, errores. Es normal: nadie nace sabiendo cómo educar a un perro, y el primer año de vida de tu peludo es una etapa llena de aprendizajes tanto para él como para ti.

En este artículo vamos a repasar los errores más comunes que suelen cometer los dueños primerizos y, lo más importante, cómo evitarlos. La idea es darte consejos prácticos y fáciles de aplicar en la vida diaria, para que tu cachorro crezca sano, equilibrado y feliz.

Socialización y adiestramiento tempranos. Uno de los errores más frecuentes es demorar el adiestramiento y la socialización del cachorro. No esperes a que aparezcan problemas: hay que enseñarle buenos hábitos desde el primer día. Por ejemplo, úsale refuerzos positivos para que haga sus necesidades fuera de casa y evita castigos fuertes (como frotarle la nariz en el suelo), ya que eso retrasa el aprendizaje. Los expertos señalan que los primeros meses son una ventana crítica de socialización (aproximadamente entre los 2 y 4 meses de edad): es cuando tu cachorro aprende a aceptar nuevas personas, lugares y estímulos. Aprovecha este periodo para exponerlo gradualmente a otros perros sanos, clases de cachorros o paseos cortos: así evitarás miedos o reacciones no deseadas en el futuro.

Consistencia y límites claros. Otro fallo común es cambiar las reglas según el día o el familiar. Si un día dejas que el perro muerda mientras juega y al siguiente lo regañas por lo mismo, lo único que logras es confundirlo. La falta de comunicación en la familia sobre las normas puede generar frustración y retrasar su aprendizaje. Por ejemplo, si no clarificas desde el principio si puede subir al sofá o cuándo puede pedir comida en la mesa, el cachorro no sabrá qué está permitido. Establece rutinas fijas (horarios para comer, pasear y dormir) y reglas claras (¿dónde duerme? ¿puede trepar a los muebles?) desde el primer día; un perro sin límites suele desarrollar comportamientos indeseados (tirar de la correa, saltar a las visitas, etc.). Sé constante: que todos en casa sigan las mismas normas ayudará a que aprenda más rápido y sin frustraciones.

Alimentación correcta. En el primer año el cachorro sigue creciendo, y la nutrición es clave para su salud. Un error típico es darle comida de humanos o sobras: aunque te pique la compasión, alimentos como el chocolate, la cebolla, el ajo o las uvas son tóxicos para los perros. Tampoco conviene ofrecérselo desde la mesa ni usar la comida para consentirlo constantemente, porque refuerza hábitos de mendicidad. Lo ideal es alimentarlo con un pienso balanceado específico para cachorros, ajustado a su edad y peso, varias veces al día. Los veterinarios recomiendan respetar las porciones indicadas en el envase: sobrealimentar puede llevar a sobrepeso, problemas articulares y otras enfermedades a largo plazo. Además, no olvides que debe tener agua limpia siempre disponible. Si tienes dudas, consulta al veterinario, ya que cada perro es distinto. Un consejo práctico: al inicio, mantén unos días el mismo alimento con el que llegó el cachorro e incorpora gradualmente cualquier cambio para evitar digestiones alteradas.

Visitas al veterinario y cuidados de salud. Es fundamental no descuidar el plan de salud preventiva. Muchos dueños primerizos posponen la primera consulta veterinaria: ¡error! Llevar al cachorro al menos una vez en las primeras semanas es muy importante para un chequeo general y comenzar las vacunas y desparasitaciones. Según guías veterinarias, los cachorros deben vacunarse cada 2-3 semanas hasta los 4 meses para recibir dosis eficaces cuando termine la protección materna. Si te cuesta tiempo ir a la clínica, puedes aprovechar que existen servicios de veterinario a domicilio para las revisiones rutinarias: de hecho, más del 70% de las consultas veterinarias básicas (vacunas, desparasitaciones, revisiones) se pueden resolver en casa. Una visita a domicilio puede ser más cómoda para ti y sobre todo mucho menos estresante para el cachorro, ya que evita el miedo y ruido de la sala de espera. Aprovecha estas consultas para preguntar todo: desde la dieta y vacunas hasta la limpieza de dientes y corte de uñas. No olvides además los cuidados dentales y desparasitaciones periódicas recomendados según la raza y el entorno donde vives.

Seguridad y prevención de accidentes en casa. Los cachorros son curiosos y juguetones, y en su exploración pueden correr riesgos. Un error grave es no preparar el hogar para evitar accidentes. Por ejemplo, dejar balcones sin malla, permitir que salte desde alturas o que juegue cerca de bordes puede causar caídas y fracturas. Estas lesiones por caídas (como fracturas de pata o luxaciones) son una de las consultas más habituales en traumatología veterinaria. Para prevenirlas, asegura ventanas y balcones con rejas o mallas de seguridad y, si tienes escalones o muebles altos, considera rampas o escaleras especiales para perros.

También cuida lo que queda al alcance de su boca: cables eléctricos, adornos pequeños, monedas o juguetes infantiles que se rompen son peligrosos porque pueden atragantarlo o electrocutarlo. En la cocina, no lo dejes suelto mientras cocinas: las ollas calientes, cuchillos o líquidos hirviendo pueden producir quemaduras graves. Guarda los productos de limpieza y plantas tóxicas en armarios inaccesibles; evita que olfatee basura y restos de comida peligrosa (chocolate, uvas, etc.) sobre mesas o mostradores. Siguiendo estas precauciones sencillas reducirás drásticamente el riesgo de emergencias: como señala un artículo veterinario, “prevenir accidentes domésticos no solo evita sufrimiento, sino que reduce la posibilidad de visitas urgentes a especialistas en traumatología veterinaria”.

En resumen, la clave es anticiparse a los problemas: dedícale tiempo a enseñarle, asegura tu casa y mantén al día sus cuidados de salud. Cada cachorro es único, así que observa su comportamiento, ten paciencia y adapta estos consejos a su personalidad. Con constancia y cariño evitarás muchos de los errores típicos y conseguirás que tu nuevo compañero crezca sano, feliz y equilibrado.

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