Tener un ave como mascota conlleva la responsabilidad de vigilar su salud de cerca. Las aves (ya sean loros, periquitos, canarios u otras) suelen ocultar signos de enfermedad, pues en la naturaleza disimulan cualquier debilidad para evitar depredadores. Por eso, como dueños debemos estar muy atentos a cambios sutiles en su apariencia o comportamiento que puedan indicar un problema. Cualquier cambio inusual en la actividad, el apetito, el comportamiento o el estado de las plumas de tu ave es motivo para una revisión veterinaria. A continuación, repasamos las principales señales físicas y conductuales de alerta, sus posibles causas y qué hacer al respecto.
Cambios en el comportamiento y nivel de actividad
Uno de los primeros indicadores de que algo no va bien es un cambio en el comportamiento habitual de tu pájaro. Presta atención a señales como estas:
- Letargo y somnolencia: El ave permanece más tiempo de lo normal inactiva, con las plumas erizadas y los ojos a medio cerrar. Puede que duerma mucho durante el día o se muestre decaída y sin interés por su entorno. Un pájaro continuamente embolado (esponjando plumas) y apático indica malestar o incluso fiebre.
- Menos vocalizaciones: Si tu loro hablador deja de «conversar» o el canario ya no canta, podría ser una disminución en la vocalización causada por enfermedad. Un ave callada o silenciosa, cuando normalmente es ruidosa, está potencialmente enferma.
- Aislamiento o falta de respuesta: Un ave enferma puede esconderse en rincones de su jaula, evitar la interacción o no responder cuando la llamas. También es común que se ubique en las perchas más bajas o en el fondo de la jaula en lugar de los sitios altos donde normalmente estaría. Permanecer en el fondo de la jaula constantemente es una mala señal que suele indicar debilidad.
- Cambios de temperamento: Algunos pájaros pueden volverse irritables o, por el contrario, excesivamente dóciles si no se sienten bien. Cualquier alteración en su personalidad habitual (por ejemplo, un loro sociable que de repente se muestra agresivo o temeroso) merece atención.
Estos cambios conductuales muchas veces son el primer aviso de que tu ave no está en condiciones óptimas. No los ignores: ante estas señales es recomendable llevarla al veterinario para una evaluación, idealmente con un especialista en aves.
Apariencia física y plumaje
La apariencia externa de tu ave puede darte pistas claras sobre su estado de salud. Revisa los siguientes aspectos físicos en tu mascota:
- Plumaje erizado o descuidado: Un pájaro que mantiene las plumas esponjadas por largos periodos (embolado) fuera de los momentos de descanso puede estar enfermo. También, si deja de acicalarse y sus plumas lucen sucias, opacas o pegadas, es señal de que algo anda mal. Plumas rizadas, alborotadas o sin brillo suelen acompañar la enfermedad.
- Postura encorvada o alas caídas: Las aves enfermas a menudo adoptan una postura de abrigarse a sí mismas, encorvadas sobre el palo, a veces con las alas caídas a los lados en lugar de plegadas con firmeza. Esta actitud indica debilidad o malestar general.
- Ojos, pico y narinas: Observa si sus ojos están opacos, hundidos o semicerrados en momentos de actividad, ya que debería mantenerlos bien abiertos. La presencia de secreciones, legañas o costras alrededor de los ojos o de las fosas nasales es anormal. Narinas (orificios nasales) húmedas, con mucosidad o enrojecidas indican infección respiratoria o resfriado. El pico agrietado o demasiado largo, o con cambios de color, también puede evidenciar deficiencias nutricionales o enfermedades.
- Bultos o hinchazones: Palpa (con mucho cuidado) y observa si hay abultamientos bajo la piel o zonas inflamadas en cualquier parte del cuerpo. Un ejemplo común son abscesos o quistes bajo las plumas, o inflamación articular en las patas. Cualquier masa anormal debe ser evaluada por un veterinario.
- Heridas o sangrado: Si ves heridas visibles, sangrado en alguna parte (como en una ala, pata, pico) o plumas con sangre, actúa de inmediato. Las lesiones abiertas pueden infectarse rápidamente en aves. Un sangrado continuo es considerado una urgencia veterinaria, especialmente si es abundante – en esos casos, hay que acudir sin demora a un profesional.
En resumen, un plumaje esponjado persistente, ojos cerrados, decaimiento, o cualquier anomalía física nos hablan de un ave posiblemente enferma. El aspecto externo refleja la salud interna: un ave sana está alerta, con mirada brillante, plumas limpias y postura activa.
Problemas respiratorios y sonidos anormales
Las dificultades respiratorias en un ave son siempre motivo de alarma, ya que las aves tienen un sistema respiratorio delicado. Fíjate en estas señales al respirar o vocalizar:
- Respiración con el pico abierto: Si tu pájaro respira con el pico entreabierto o jadea sin haber hecho ejercicio, es señal de dificultad para obtener suficiente aire. Esto puede indicar desde un resfriado hasta problemas más serios como neumonía o enfermedades de los sacos aéreos.
- Movimientos de cola al respirar: Un signo muy característico de problemas respiratorios en aves es el “balanceo de la cola” (tail bobbing). Si al inhalar y exhalar su cola se mueve arriba y abajo exageradamente, puede estar esforzándose por respirar.
- Ruido o cambios en la voz: Presta atención a sonidos anormales al respirar, como silbidos, clics, ronquidos o estertores. Estos ruidos pueden indicar obstrucciones o infección en las vías respiratorias. Asimismo, si el ave pierde la voz, deja de cantar o cambia el tono de sus vocalizaciones habituales, podría tener la siringe inflamada u otro problema respiratorio.
- Estornudos y secreción nasal: Un estornudo ocasional puede no ser preocupante, pero estornudos frecuentes, especialmente si van acompañados de secreción nasal (mocos visibles), sugieren infección o irritación (como rinitis o sinusitis aviar). Las fosas nasales húmedas o con costras son un signo claro de que hay que visitar al veterinario.
- Dificultad respiratoria grave: Si notas que el ave respira con mucha dificultad, moviendo el pecho pronunciadamente, o presenta un color azulado en la piel de la cara o las patas (cianosis por falta de oxígeno), es una emergencia. La intolerancia al ejercicio también encaja aquí: un ave que se fatiga rápidamente o resuella tras moverse poco muestra que sus pulmones no funcionan bien.
Los problemas respiratorios en aves pueden tener causas diversas (infecciones bacterianas, hongos como aspergilosis, deficiencia de vitamina A, inhalación de humos tóxicos, etc.), pero siempre requieren atención rápida. Un pájaro con dificultad para respirar debe ser colocado en un ambiente tranquilo y cálido de inmediato mientras organizas su traslado al veterinario.
Cambios en la alimentación y peso
La ingesta de comida y agua de un ave suele ser bastante constante día a día. Cualquier alteración notable en sus hábitos alimenticios o en su peso corporal puede ser un indicador de enfermedad:
- Pérdida de apetito: Este es uno de los síntomas más evidentes de que algo anda mal. Si tu loro o periquito deja de comer su alimento favorito o pierde el interés por la comida, toma nota. Debido a su metabolismo acelerado, las aves no pueden pasar mucho tiempo sin comer; perderse tan solo una comida puede ser signo de un problema serio. La anorexia prolongada en un ave es muy peligrosa y amerita atención veterinaria inmediata.
- Aumento de la sed o falta de ella: Un ave enferma puede beber mucha más agua de lo normal (poliuria compensatoria) o, por el contrario, beber muy poca. Ambas situaciones son anómalas. Sed excesiva podría indicar problemas renales, diabetes en aves o deshidratación; mientras que la apatía para beber puede acompañar enfermedades avanzadas.
- Dificultad para tragar, vómitos o regurgitación: Observa si hace movimientos raros con el cuello, sacude la cabeza después de comer o regurgita alimento no digerido. La regurgitación es normal como comportamiento de cortejo o alimentación de crías, pero hacerlo fuera de contexto, o acompañada de arcadas, sugiere enfermedad gastrointestinal. El vómito real, donde expulsa contenido digerido y maloliente, es siempre un signo de alarma que puede indicar infección, obstrucción o intoxicación.
- Pérdida de peso notable: Muchas veces, aunque no lo veas comer menos, el ave pierde peso. Puedes notar que su pecho se afila y el hueso de la quilla (esternón) se hace más prominente al tacto. Una pérdida de peso superior al 10% de su peso corporal normal es anormal y justifica una visita al veterinario. Lo ideal es pesar a tu mascota con una báscula digital semanalmente para detectar a tiempo cualquier bajada (o subida) de peso inexplicable.
- Aumento de apetito sin engordar: Por otro lado, si el ave come mucho más de lo habitual pero sigue perdiendo peso o no gana nada, puede haber un trastorno como parásitos intestinales o mala absorción de nutrientes. Un hambre excesiva también puede estar relacionada con ciertas deficiencias nutricionales o metabólicas.
En resumen, cualquier cambio en los hábitos alimenticios de tu pájaro (come menos, come más, bebe en exceso, vomita, etc.) o en su condición corporal debe tomarse en serio. Muchas enfermedades pueden causar pérdida de apetito o peso, desde infecciones hasta problemas en el hígado o riñones. Un veterinario deberá realizar pruebas para determinar la causa exacta.
Excrementos anormales y problemas en la cloaca
Los excrementos de las aves son un indicador de salud fundamental y es algo que el dueño debe vigilar a diario. Un pájaro sano produce heces de apariencia y cantidad constante, con una parte sólida (heces) y una parte líquida transparente con uratos blancos (la orina). Presta atención a estas anomalías:
- Cambio de color o consistencia: Si notas un cambio evidente en el color, textura o volumen de las heces, es motivo de preocupación. Por ejemplo, heces verdosas, amarillentas o negras (cuando normalmente son verdes/marrones) pueden indicar infección, problemas hepáticos o sangrado interno respectivamente. Las heces líquidas o diarrea persistente (más allá de una deposición ocasional más acuosa) señalan trastornos digestivos o parasitarios.
- Disminución de la cantidad de excrementos: Si tu ave come poco o está estreñida, verás menos excrementos de lo habitual. Esto puede deberse a obstrucciones, ingesta insuficiente de alimento o a que el ave está muy débil para comer. Un ave que no defeca en absoluto durante muchas horas claramente tiene un problema serio que requiere intervención veterinaria.
- Presencia de uratos de color anormal: Los uratos (parte blanca de las deposiciones) normalmente son blancos o crema. Si se tornan amarillos o verdosos, puede ser síntoma de infección hepática o alteraciones en el sistema urinario. También, un aumento de la porción líquida (más orina transparente) sin causa aparente indica poliuria, que acompaña a veces al estrés, enfermedad renal o consumo excesivo de agua.
- Sangre en las heces o cloaca sucia: Encontrar sangre fresca en las heces o plumas alrededor de la cloaca manchadas de sangre es siempre un signo de alarma. Podría deberse a infecciones intestinales severas, parasitosis o lesiones internas. Asimismo, una cloaca constantemente sucia con heces pegadas sugiere diarrea crónica o dificultad para evacuar.
- Olor fétido inusual: Las heces de las aves normalmente no tienen un olor fuerte. Si de pronto notas un olor desagradable y penetrante en el papel de la jaula, podría haber una infección bacteriana en el sistema digestivo.
Mantener papel absorbente o sustrato limpio en el fondo de la jaula te ayudará a monitorear las deposiciones diarias de tu mascota. Cualquier anomalía persistente en los excrementos es una buena razón para visitar al veterinario lo antes posible. Recuerda que muchas enfermedades aviares se manifiestan alterando las heces, desde enfermedades gastrointestinales hasta problemas en riñón o hígado.
Problemas de movilidad y coordinación
Un ave en buena salud es ágil, mantiene el equilibrio en su percha y reacciona con rapidez. Cuando aparecen problemas neurológicos o musculares, suelen evidenciarse en la forma en que el ave se mueve (o deja de moverse):
- Debilidad y decaimiento: El ave puede mostrarse débil, con poca fuerza para agarrarse a la percha. A veces las aves enfermas se cuelgan del lateral de la jaula usando el pico porque no tienen fuerzas en las patas. Si tu mascota tiembla, se tambalea o casi no puede sostenerse, necesita atención.
- Pérdida de equilibrio y caídas: Un síntoma grave es cuando el pájaro pierde el equilibrio, se tambalea o directamente se cae de su perchero. También puede quedarse en el suelo de la jaula porque no tiene fuerzas para trepar o porque su coordinación está afectada. Dificultad para mantenerse de pie, o si ves que renuncia a posarse y prefiere el suelo, son signos de enfermedad.
- Cojera o parálisis parcial: Si tu ave cojea, evita apoyar una pata o arrastra un ala, podría tener desde una lesión (fractura, esguince) hasta artritis o un problema neurológico que le impide moverse con normalidad. Las alas caídas o que no bate correctamente también indican que no se encuentra bien.
- Movimientos anormales o convulsiones: En casos más severos, pueden presentarse temblores musculares, espasmos o incluso convulsiones. Algunas aves muy enfermas caminan en círculos, mueven la cabeza de forma descoordinada o sufren ataques repentinos. Estos síntomas neurológicos son signos de alarma mayores que requieren evaluación urgente.
Problemas de movilidad pueden deberse a traumatismos (p.ej., golpes o caídas accidentales), a deficiencias nutricionales (por ejemplo, falta de calcio o vitamina B que afecta músculos y nervios), infecciones que comprometen el sistema nervioso, entre otros. Siempre que notes a tu ave descoordinada o débil, es vital buscar ayuda veterinaria.
Posibles causas de enfermedad en aves
Las señales mencionadas (ya sean respiratorias, digestivas, neurológicas, etc.) no son enfermedades en sí mismas, sino síntomas que podrían tener diversas causas subyacentes. Algunas de las causas más comunes de enfermedad en aves de compañía incluyen:
- Enfermedades infecciosas: Las aves pueden sufrir infecciones bacterianas (ej. infección respiratoria por Chlamydia psittaci causante de psitacosis), virales (como la enfermedad del pico y plumas PBFD en loros, o polyomavirus), y fúngicas (ej. candidiasis en buche, aspergilosis pulmonar). Estas infecciones a menudo provocan varios de los síntomas descritos (plumas erizadas, decaimiento, diarrea, etc.) y requieren tratamiento médico.
- Parásitos internos o externos: Los parásitos intestinales (lombrices, coccidios) pueden causar pérdida de peso, diarrea y mal estado general. Los ácaros externos o piojos de las plumas irritan al ave, resultando en picaje del plumaje y estrés.
- Problemas nutricionales: Una dieta desequilibrada es origen de muchas enfermedades en aves. Por ejemplo, la deficiencia de vitamina A por dieta sólo de semillas puede ocasionar problemas respiratorios y digestivos. La falta de calcio puede llevar a debilidad muscular y fracturas espontáneas. La obesidad por exceso de semillas grasas también causa dificultad respiratoria y enfermedades hepáticas.
- Trastornos orgánicos crónicos: Aves de mayor edad, o con predisposición, pueden desarrollar insuficiencia renal, hepática o cardiaca. Estos problemas internos se manifiestan en síntomas generales como letargo, cambios en heces (p. ej. gota o exceso de uratos por fallo renal), plumaje pobre, etc.
- Envenenamiento o toxinas ambientales: Las aves son muy sensibles a sustancias en su entorno. Fumes de cocina con teflón recalentado, aerosoles, humo de tabaco o ingestión de metales pesados (plomo, zinc de jaulas oxidadas) pueden intoxicarlas. Los envenenamientos a menudo provocan dificultad respiratoria, convulsiones, vómitos o diarrea súbita.
- Traumas y accidentes: Golpes contra ventanas, ataques de otros animales, caídas o atrapamientos pueden generar lesiones internas no visibles, fracturas o contusiones. Después de un trauma, un ave puede quedar en shock, letárgica o con sangrados internos.
- Estrés y factores ambientales: Un entorno inadecuado (corrientes de aire frío, temperaturas extremas, jaula sucia, falta de luz o de sueño) debilita el sistema inmune del ave, favoreciendo enfermedades. El estrés por cambios bruscos, ruido excesivo o falta de estímulo también puede desencadenar comportamientos anormales (como arrancarse las plumas) y baja de defensas.
Dado que muchas enfermedades distintas pueden causar síntomas similares, solo un veterinario especializado puede determinar la causa exacta. El veterinario realizará exámenes físicos y puede requerir pruebas diagnósticas (análisis de sangre, radiografías, cultivos, etc.) para llegar a un diagnóstico. Nunca intentes medicar a tu ave en casa sin orientación profesional, ya que podrías agravar la situación; algunos medicamentos seguros para humanos u otras mascotas son tóxicos para las aves.
¿Qué hacer si notas estos síntomas?
Si identificas uno o varios de los signos mencionados en tu pájaro, es momento de actuar con prontitud:
- Acude al veterinario lo antes posible: No esperes a que el ave «se cure sola». Las aves pueden empeorar rápidamente una vez aparecen síntomas visibles. Agenda una consulta con un veterinario, preferiblemente especializado en aves o animales exóticos. Ellos cuentan con la experiencia y equipamiento para atender a especies aviares (no todos los veterinarios de mascotas tradicionales tratan aves).
- Observa y registra los síntomas: Antes de la visita, toma nota de todo lo inusual que hayas visto: ¿Desde cuándo está decaído? ¿Ha comido/bebido? ¿Cómo son sus heces? ¿Ha tenido estornudos o sonidos raros? Estos detalles ayudarán al veterinario en el diagnóstico. Incluso puedes sacar fotos de las heces anormales o videos cortos del comportamiento respiratorio o motor extraño, para mostrarlos en la clínica.
- Aísla al ave si convive con otras: Si tienes varias aves en la misma jaula o aviario, separa al individuo enfermo en otra jaula o espacio. Así evitarás posibles contagios si se trata de algo infeccioso, y podrás monitorear mejor su ingesta y excretas. Asegúrate de que en su «jaula hospital» tenga calor, comida, agua y tranquilidad.
- Mantén al ave cómoda y abrigada: Un ave enferma suele tener dificultad para regular su temperatura corporal. Proporciónale calor adicional cubriendo parcialmente la jaula con una manta (sin tapar la ventilación) y manteniéndola en un ambiente cálido (aprox. 25-30°C). La comodidad y la reducción de estrés son cruciales: coloca la jaula en un lugar tranquilo, sin ruidos, lejos de depredadores (otros animales domésticos) y corrientes de aire. La oscuridad parcial (tapando 3 lados de la jaula) puede ayudarle a sentirse más seguro.
- No le des remedios caseros sin consejo profesional: Evita administrarle medicamentos humanos o de otras mascotas, ni hierbas, ni suplementos sin indicación. Las aves tienen metabolismo muy distinto y podrías intoxicarla inadvertidamente. Solo sigue tratamientos recetados por el veterinario, quien dosificará adecuadamente según la especie y peso de tu ave.
- Hidrátala si está débil: Si notas que no ha bebido, puedes ofrecerle con mucho cuidado unas gotas de agua fresca (incluso con electrolitos para aves, si tienes) acercando un gotero o cuchara a su pico, pero sin forzar. La deshidratación agrava cualquier cuadro, pero ten precaución de no provocar atragantamiento; si el ave no traga, detente y espera a que la atienda el veterinario.
- Revisa el entorno por posibles causas: Asegúrate de que su entorno no tenga algo que esté enfermando al ave: mira si no hay alimentos en mal estado en su dieta, suciedad o moho en la jaula, objetos que pueda haber ingerido, olores fuertes o toxinas (¿alguien fumó cerca? ¿usaste sprays?). Corregir estos factores ambientales puede ser crucial mientras llega la atención médica.
Siguiendo estos pasos, estarás brindando los primeros cuidados básicos. Sin embargo, no sustituyen la atención veterinaria: son medidas temporales mientras se obtiene ayuda profesional.
Emergencias: ¿Cuándo acudir a un hospital veterinario 24 horas?
Hay situaciones en las que no se puede esperar por una cita ordinaria; se debe buscar ayuda inmediata, incluso si es de noche o madrugada (ahí es donde un hospital veterinario 24 horas resulta indispensable). Lleva a tu ave de urgencia a la clínica veterinaria si observas alguno de estos escenarios críticos:
- Dificultad respiratoria severa: El ave no puede respirar bien, se agita con el pico abierto, puede estar cianótica (tono azulado en mucosas). Cualquier signo de asfixia o falta de aire es una emergencia absoluta. Las aves pueden descompensarse por falta de oxígeno en minutos, así que no dudes en buscar auxilio inmediato.
- Ave colapsada o extremadamente letárgica: Si encuentras a tu pájaro acurrucado, muy débil, que no responde a estímulos o directamente lo ves tirado en el fondo de la jaula incapaz de moverse, actúa rápido. Un ave en el fondo de la jaula, inmóvil y aletargada, indica que está gravemente enferma; en la naturaleza esa actitud solo ocurre cuando ya no puede más. Es necesario estabilizarla cuanto antes en una clínica.
- Convulsiones o parálisis repentina: La presencia de ataques convulsivos, temblores incontrolables o si de pronto no puede mover alguna extremidad, son signos de un evento agudo serio (por ejemplo, una intoxicación neurológica, trauma craneal o epilepsia aviar). Esto requiere atención urgente para evitar daño cerebral permanente o muerte.
- Hemorragia activa: Si el ave tiene sangrado abundante que no cesa (por una herida grande, una pluma arrancada que sangra mucho, etc.), hay que aplicar presión con gasas limpias y salir hacia el veterinario de urgencia. Las aves tienen poca sangre en su cuerpo y pueden exangüearse rápidamente. Incluso si el sangrado ya paró, una visita es aconsejable para evaluar daños.
- Dificultad para evacuar o huevo atrancado: En hembras, la retención de huevo (huevo atascado) es mortal si no se trata pronto. Si ves a tu ave hembra haciendo esfuerzos sin éxito, con la cloaca dilatada, plumaje erizado y en el piso de la jaula, podría tener un huevo atravesado. Igualmente, un ave con vómitos constantes o diarrea profusa corre riesgo de deshidratación severa. Estas condiciones no pueden esperar.
- Envenenamiento sospechado: Si crees que tu loro o pájaro ingerió una sustancia tóxica (planta venenosa, químico, metal pesado) o fue expuesto a humo tóxico, es crítico llevarlo a urgencias. No provoques el vómito ni des ningún antídoto casero sin indicación; la atención profesional inmediata puede detoxificar con medicamentos y soporte adecuado.
- Accidentes graves: Caídas con posibles fracturas, ataques de otros animales, quemaduras por accidente, u otros traumas severos necesitan evaluación urgente. Aunque no veas sangre, puede haber lesiones internas. Es mejor pecar de precavido y que el veterinario descarte daño interno con radiografías, a arriesgarse a complicaciones posteriores.
En cualquiera de estos casos, no esperes a la mañana siguiente. Contacta a un veterinario de emergencia; muchas clínicas de mascotas veterinaria ofrecen guardias 24/7, o te podrán derivar a un centro especializado de urgencias. Avisa por teléfono que vas en camino con un ave en estado crítico, para que estén preparados. Durante el traslado, mantén al ave abrigada y en penumbra dentro de su transportín, para reducirle el estrés.
Conclusiones y cuidado preventivo
Reconocer a tiempo las señales de enfermedad en tu ave puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida o una situación irreversible. Las aves son expertas en disimular dolencias, así que nuestra vigilancia debe ser proactiva. Revisa a tu mascota a diario, observa su comportamiento, su comida y sus heces. Ante la menor duda, consulta con un veterinario especializado en animales exóticos. Es preferible una falsa alarma que lamentar no haber actuado.
Como dueño responsable, también puedes tomar medidas preventivas para mantener a tu ave sana:
- Alimentación equilibrada: Proporciona una dieta apropiada a la especie (no solo semillas; incluye pienso formulado, frutas, verduras seguras) según las recomendaciones profesionales. Una buena nutrición fortalece el sistema inmune y previene muchas enfermedades.
- Higiene y ambiente adecuado: Limpia la jaula y comederos regularmente. Evita corrientes de aire directas, humo y temperaturas extremas. Un ambiente limpio y seguro reduce el riesgo de infecciones y accidentes.
- Ejercicio y enriquecimiento: Dale espacio para volar o moverse, juguetes y estímulos para evitar el estrés y el aburrimiento. Un ave activa y mentalmente estimulada es menos propensa a problemas de comportamiento y salud.
- Controles veterinarios rutinarios: Así como llevamos a perros y gatos al chequeo anual, las aves también necesitan revisiones periódicas. Un veterinario de aves puede detectar signos precoces (sobrecrecimiento de pico, ligeras bajadas de peso, parásitos ocultos) y orientar sobre cuidados. Aprovecha esas visitas para hacer preguntas y aprender más sobre tu compañera alada.
En conclusión, estar informado y atento es la clave para ser un buen cuidador. Si tu ave muestra señales de enfermedad o comportamiento fuera de lo normal, no lo dudes: busca orientación profesional. Con intervención a tiempo y cuidados adecuados, tu ave podrá seguir llenando de vida tu hogar por muchos años. Ante cualquier emergencia, un hospital veterinario 24 horas puede ser la salvación, así que ten a mano el contacto de uno cercano. Tu mascota agradecerá tu dedicación con su compañía saludable y feliz.